La identidad corporativa es la imagen que una empresa proyecta en la mente de los clientes, los accionistas y sus colaboradores. Es también la representación de los productos, servicios y valores que predica la empresa. Definir un propósito claro siempre es un desafío, pero una vez logrado, es un trabajo diario el lograr mantenerlo y que por eso sea reconocida la organización.
La comunicación empresarial debe ser acorde a esa identidad corporativa
Lo primero que uno piensa cuando se habla de identidad tiene que ver con la imagen corporativa. Es decir logos, eslóganes, colores, diseños de paquetes, etc. Por ejemplo los arcos dorados de McDonald’s y el «swoosh» de Nike, que se han convertido en íconos reconocidos en todo el mundo. Hay otras marcas que lograron que su nombre sea un genérico como Xerox para las copias o Gillete para su cortadora de barba.
Pero en realidad la identidad de una marca o compañía debe ir más allá de eso. Debe relacionarse directamente con el objetivo de la empresa, sus valores, su misión. Y toda su presencia, su comunicación, su publicidad debe ir reforzando ese carácter de la marca. Su identidad…
Sus redes sociales, su web, sus comerciales, su servicio post venta, su servicio en el punto de venta, todo debe estar relacionado con esa filosofía. Por ejemplo: IKEA y su propósito “todos merecemos un verdadero hogar”. Y para eso ofrece “una amplia variedad de productos de decoración del hogar funcionales, de buen diseño y a precios asequibles para la mayoría de las personas”. Pues, lo cumple y por eso es reconocida.
En conclusión, la consistencia se vuelve esencial al momento de comunicar. Todo lo que proyecte la empresa deberá tener una imagen coherente con su propia identidad. El trabajo principal de todo ejecutivo, pero especialmente de los de marketing es mantener y expandir esta identidad de acuerdo con los objetivos de la empresa.